Por Arturo Tzintzun Mora
Luego de la confrontación que causó el el asunto de la construcción del nuevo aeropuerto en Texcoco, surge una pregunta interesante ante el comportamiento unidireccional de Andrés Manuel López Obrador: ¿todos los administradores públicos que no pertenecen al ejecutivo federal van a obedecer ciegamente las órdenes del dueño dela partido político conocido como Morena, o van a tener alguna posibilidad de actuar independientemente o al menos presentar alguna resistencia?
No es asunto menor. Hablamos de gobernadores, senadores, diputados y presidentes municipales; la teoría indica que su deber es velar por los intereses de la ciudadanía, pero, asusta la idea de que se dediquen a acatar las indicaciones de su gurú.
López Obrador no se cansa de señalar una y otra vez que su ejercicio no es un cambio de administración; se trata de un cambio de régimen, a lo que no se puede evitar preguntar: ¿cambio, hacia qué tipo de gobierno? Lo que parece a nadie convenir es una administración que cobijada en los mandatos del pueblo tome decisiones que afecten a las mayorías, al puro estilo de los dictadores en ciernes.
En Michoacán se presenta un caso que vale la pena señalar, un tanto por la sorpresa y un tanto por la trayectoria de Baltazar Gaona; el personaje es prácticamente el dueño de Tarímbaro, y luego de contender por enésima vez por la presidencia municipal, ahora cobijado por las siglas de Morena, se esperaría que no hiciera más que bajar la cabeza y ser un miembro obediente de las instrucciones de su partido. Una de las principales señales fue la oposición de todos los ediles de esa corriente al convenio estatal en materia de seguridad.
Gaona Sánchez firmó la incorporación de su municipio a la estrategia que impulsa el Gobierno del Estado a través de la Secretaría de Seguridad Pública (SSP), en la demarcación michoacana. Con esta acción se fortalecen los trabajos en materia de seguridad de una manera integral en ese municipio, continuando con la labor de dignificación de la Policía Michoacán, al tiempo de establecer la coordinación para la operatividad, que tendrá como resultado la disminución de índices delictivos y la reconstrucción del tejido social.
El programa pretende también eficientar las acciones que los uniformados llevan a cabo de manera cotidiana, con la misión de brindar las condiciones de seguridad a los michoacanos, así como a las corporaciones municipales, con pleno respeto a su autonomía.
La firma de Don Balta se antoja a rebeldía ante los designios, órdenes, instrucciones o llámele como mejor le guste. El punto es que resulta saludable saber que no se está obedeciendo ciegamente el guión morenista, porque lo que realmente se debe observar es la necesidad de la gente, y en este caso la seguridad, es un tema indiscutible.
Por cierto Pátzcuaro y Morelia, se resisten a firmar, lo que implica, de entrada, que los elementos no puedan hacer uso del logo de Policía Michoacán, lo que generará de nueva cuenta, como en el pasado, la creación de diversas agrupaciones y con ello, los mismos problemas que a los únicos que afectan es a los ciudadanos.