-“Todos vamos a perder a un ser querido o experimentar alguna situación que conlleve de ese tipo, pero no sabemos cómo enfrentarla”: Javier Enciso
Elena Rojas, Zamora
“La educación en duelo ya debería de ser obligatoria, porque no estamos preparados para enfrentar la muerte de un ser querido o una situación que conlleve una pérdida y generalmente entramos en una crisis de angustia y mucho dolor, terminamos evadiendo esa realidad y nos enfrentamos a un gran sufrimiento y desgaste emocional y de energía. Cuando la condición ideal sería que entre más rápido lo asumamos, lo aceptemos y soltemos, será mejor para nosotros mismos y para quienes nos rodean”, señaló en su visita a esta ciudad Javier Enciso Alvarado, Tanatólogo y director de Alianza Integral de Enseñanza Tanatologica (ALIENTA), ubicado en la capital.

Dijo que México no está lejos de incorporar la asignatura en duelo en las instituciones educativas, “la Tanatología inició en España allá por el año 1800, pero ya antes con los Camilos y otras organizaciones religiosas ya practicaban el cuidado con los enfermos terminales. Y hoy por hoy, la gente ya tiene más apertura a hablar sobre la muerte y las pérdidas”.
Admitió que la mayoría de mexicanos desconocen sobre la labor tanatológica, siendo que todos alguna vez hemos perdido a un ser querido o experimentado alguna situación que conlleve una pérdida o duelo, “por lo que en el país tenemos un gran problema, debido a que nadie sabe que es la tanatología, y todos han tenido pérdidas pero no saben cómo manejarlas, enfrentarlas y mucho menos como resolverlas”.
“De ahí la importancia de la labor tanatológica: ¿si es natural nacer, porque no ver a la muerte como algo natural? Para la muerte, nadie se quiere preparar. Debemos empezar a entender que la pérdida es una parte natural del proceso de la vida y que es tan natural perder, como tan natural ganar (vida)”, subrayó.
Finalmente indicó que estamos ante una sociedad que ve como una enfermedad los sentimientos, “si lloras al muerto está mal y si no lo lloras también. O si eres inquieto está mal o si eres pasivo, también. El mexicano juzga por todo. Como no sabemos abordar el tema de la muerte, pareciera que todo es patológico: que todo está mal y nos cuesta mucho trabajo llegar a la aceptación y nos quedamos rezagados en el sufrimiento o las culpas: si yo hubiera…”.