Noé Ortiz
Imagínese que usted es dueño de una fábrica de calcetines, y que tiene con esa fábrica, herencia de su familia, más de 50 años. Un día se le ocurre cuestionarse a usted mismo por qué sus ventas se mantienen en el mismo nivel desde hace 30 años: lo suficiente para mantenerse trabajando, pero sin reportarle a usted una ganancia sustancial, ni mucho menos, ofrecerle a la empresa y a todos los empelados, la oportunidad de crecer.
Al hacer una revisión inicial se da cuenta de que sus diseños están pasados de moda, que los materiales no son del gusto de la gente en comparación con los de la competencia, que la producción es con equipo obsoleto y que los operarios, gerentes y responsables de áreas carecen de toda capacitación.
Sígase imaginando que les propone una evaluación a sus gerentes, directores y responsables de áreas, para poder definir estrategias para mejorar y para que el esfuerzo y gasto realizado por la empresa, y el esfuerzo e ingresos obtenidos por el empleado, les propone una política de sueldos, ingresos, compensaciones, premios y bonos de acuerdo a resultados, y obviamente, el contrapeso de que, aquel que no esté a la altura, una vez recibida la capacitación y mejora de condiciones laborales, quedará fuera de la empresa.
Pero resulta que en vez de obtener alguna de las respuestas deseadas, la de tirar la toalla antes de empezar, la de hacer el esfuerzo pero no lograrlo y la de hacer el esfuerzo y superarse, resulta que los directores, gerentes y encargados secuestran la fábrica de usted, exigiendo que sólo la liberarán si se desecha la intención de calificarlos, y que no van a mantener en paro la fábrica hasta que les incrementen el sueldo, les entreguen dinero para su uso personal, sin exigencia de justificación, garanticen abrir puestos laborales para los hijos de sus trabajadores, sin importar que tengan o no la capacidad, o cubran o no el perfil requerido, y que les garantice que serán ellos los que decidan qué y cómo se producen calcetines sin que usted pueda intervenir en la toma de decisiones.
Así de absurdo es el movimiento de los maestros en México, llámense CNTE, SNTE, charros, contracharros, auténticos, espurios, oficiales, emergentes, contras o salvadores de la nación…