José Luis Ceja Guerra
Está consumado, pese a la pretendida inteligencia colectiva del PRD jiquilpense, el instituto político sesiona en espacio físico e ideológico prestado a unas semanas de que se liberen los tiempos en busca de la dirigencia local.
Lo de moda en el PRD es la Cacería de Brujas y el linchamiento de quienes por ideología, compadrazgos, compromisos o necesidad apoyaron al Revolucionario Institucional en la elección del primero de julio y en ese sentido lo lógico es buscar la cabeza de aquellos que, en teoría, tenían la responsabilidad de entregar buenas cuentas a sus militantes.
Pero como en todo existen vacas sagradas, esto es, aquellos personajes que de manera clara y contundente apoyaron al PRI en la elección pasada pero cuya posición en la jerarquía perredista local los hace intocables máxime cuando esta figura es prácticamente el dueño de la cancha en la que se juegan los partidos del PRD de Jiquilpan.
Sin duda son muchos los pendientes que tienen aún por resolver el PRD jiquilpense: la guerra no declarada entre los grupos del ex edil y del actual edil no solamente hacen descuidar las tareas primordiales de cualquier instituto político y de cualquier administración sino que abren la puerta a nuevas corrientes de pensamiento que trabajan ya la consolidación de un proyecto político a corto y mediano plazo.
Al menos en Jiquilpan, en el PRD no hay espacio para la disensión o los cuestionamientos y quienes los practican son relegados de los temas torales de este instituto político que, visto lo que ha ocurrido con la casa que adquirieron para ser su sede, ve como inminente su desintegración al menos como fuerza política para tornarse, como muchas organizaciones sociales en mercenarios políticos en pos del mejor postor.
Es incuestionable que en PRD jiquilpense ha sido nidal de mentes brillantes de genios de la administración pública que han podido esquilmar a los habitantes de la Colonia Cuauhtémoc con el cobro de recursos adicionales a su pago de impuesto predial para rehabilitación de calles y arreglar a final de cuentas un tramo del acceso sin que los vecinos reclamaran nada.
Solamente un profundo conocedor de la idiosincrasia del jiquilpense pudo haber elaborado un proyecto turístico en el centro de la ciudad, que éste fracasara y no hubiera reclamos por los recursos invertidos sin justificación y sin provecho alguno.
Solamente un pueblo profundamente izquierdista podría haber tolerado y creído la broma del Día de los Inocentes cuando se anunció la remodelación de la plaza principal, la construcción de la macro plaza, el desarrollo de un complejo de pesca deportiva en el bosque Cuauhtémoc y más proyectos que no se alcanzaron a imaginar.
Solamente un pueblo forjado al calor del rebaño podría creer que hasta este momento las autoridades municipales no tengan en sus manos siquiera un avance del dictamen de la Auditoria Superior de Michoacán sobre la administración anterior.
Puesto en este escenario y aún sin pagar ni cobrar las deudas políticas de la elección del primero de julio pasado el PRD de Jiquilpan prácticamente inicia la búsqueda de su nuevo dirigente municipal, un dirigente que encontrará un instituto político fragmentado desde sus entrañas.
Perro de hacienda
Así se refiere el jerarca moral del PRD de Jiquilpan a aquellos funcionarios públicos que fueron sus compañeros en la administración municipal anterior y que ahora lamen la mano del nuevo dueño de la hacienda (¡Ups!)