-Destino de la misma podría ser para consumo humano en puestos callejeros
Elena Rojas, Zamora
“En todas las rancherías de Zamora hay personas que conocemos como “zopilotes”, las cuales están al acecho de carne barata, es decir, a la espera de que fallezca un animal, ya sea por accidente (atropellamiento), por comer plástico, picado por insecto, ahogado durante el parto, o bien, por alguna enfermedad desconocida.

En los últimos tiempos tenemos indicios de que aumentó está practica y quienes la adquieren es a muy bajo precio”, denunció a El Independiente conocido carnicero de la ciudad.
Mientras aplanaba un pedazo de bistec, el tablajero lamentó que los ganaderos ya no quieren perder, a falta de apoyos gubernamentales y por la difícil situación que enfrenta este sector, “por eso, en lugar de quemar o enterrar el animal, algunos prefieren malbaratarlo, bajo el engaño que esta carne será para alimentar a otros animales y otros con conocimiento pleno de que será para consumo humano. Por lo que ha incrementado la venta de “angelitos”, así se les conoce a esos animales, cuya muerte fue por accidente o enfermedad. Esta situación podría representar una alerta sanitaria”.
Comentó que las vacas son las principales víctimas de estos decesos fatales, sobre todo en temporada de lluvias, cuando las sueltan al cerro y están expuestas a tragar hule tirado en el campo, a ahogarse o sufrir un accidente, “estas vacas llegan a costar de un mil a 3 mil pesos. Mientras que una de canal, es decir, que fue sacrificada en el rastro, cuesta entre 25 a 30 mil pesos, toda vez que esta trae su sello de salubridad, certificado por el médico que garantiza que fue un animal sano”.
Dejó en claro que los 400 carniceros que se estima hay en Zamora no se prestan a esta práctica clandestina de adquirir carne barata, toda vez que ellos si la compran en el rastro, además de que están sometidos a constantes inspecciones sanitarias, “más bien “los zopilotes” revenden la carne a los vendedores ambulantes de puestos de comida callejeros, como pueden ser taqueros, de birria y en las fondas”.
Indicó que por ello los vendedores ambulantes de comida que compran carne a cualquier persona deben de estar alertas con lo que adquieren, “muchas veces lo saben, pero por el bajo precio, prácticamente les vale jugar con la salud de los consumidores, poniendo en riesgo a su clientela. Cabe señalar que la carne de un “angelito” tiene un color amoratado, es más dura y a la hora de cocerla prácticamente se ve negra. Mientras que la carne que es degollada en el rastro se desangra fácilmente y es más roja. Los consumidores de carne, de ser posible, siempre deben verificar que esté sellada”.
Finalmente advirtió que en algunos casos, cuando el animal está enfermo le inyectan una serie de medicamentos con la esperanza de que se cure, pero lamentablemente muere. Por lo que el consumo de esta carne, sin duda, genera un mayor riesgo a la salud de las personas.