Oscar De La Rosa, Zamora
Desde el año de 1975 la calle Allende, uno de los caminos directos al centro de Zamora, se convirtió en testigo del inicio de la carrera de José Peña Espinoza, mejor conocido como “El Pecas”, en su función de alegrar el espíritu de los hombres a través de la “felicidad” que brinda una buena cuba o bebida preparada por sus manos o una suculenta y exquisita botana (fruta, tacos, cueritos, guacamole, queso de puerco, chicharrón, etc.) así como la atención especial que pone al servicio de los clientes que han hecho de su cantina un lugar especial para convivir.
“Mi camino inició con Jesús Vega en su cantina”, compartió “El Pecas” en reconocimiento a su mentor quien lo enseñó en el arte de atender a los clientes y las recetas para ponerle un toque especial a las bebidas preparadas y botanas que ofrece a los visitantes. Fue hasta hace apenas 6 años que pudo independizarse e iniciar su propia aventura en el objetivo de alegrar el espíritu de los hombres y ahora también de las mujeres que se dan cita en el lugar.
Comentó que el futbol fue otro de los pretextos para enriquecer el trabajo en la cantina, porque en la década de los 80 y 90 s había quienes lo buscaban para echarse unas “bien frías”, fuera cerveza o cuba para celebrar la victoria, el empate o la derrota en el encuentro, acompañado de una buena anécdota sobre lo que fue el desarrollo del partido.
“Con el calorcito pues a todos se les antojaba estar aquí y pasar un rato alegre y de allí que lo que más consumían era cerveza, tequila o un buen brandy. A mi en lo personal se me ocurrió inventarme “la sangrita del pecas” que está hecha a base de vodka, jarabe y vino tinto, cargada de hielo, como un néctar par calmar la sed y darle un toque especial a la visita de los clientes”, dijo.
Contó sobre los desencuentros amorosos que se han presentado en el lugar y los pleitos de pareja que se terminaban con un final distinto a las afueras de la cantina y sobre la calle Allende, en el mero corazón del Mercado Hidalgo, que también se ha convertido en testigo de los casos del corazón, especialmente, entre casados que se retiraban del lugar para contentar a su pareja, pero luego se escapaban para continuar con el ambiente en la cantina.
Finalmente agregó que aunque los tiempos no son iguales para en las cantinas, se mantiene con el mismo ánimo de atender a las personas a través de su trabajo que le ha dado la oportunidad de ganar amigos, pero también conocer lo que hace feliz o le duele a quienes llegan a “honrar al Dios Baco” en la cultura pagana – romana, “aquí mi clientela es desde gente humilde, de la clase trabajadora, hasta agricultores, jornaleros, hombres de negocios, oficinistas y de la alta sociedad. Y últimamente también asisten damas y mucha gente extranjera que visita el municipio por distintas razones”.